lunes, noviembre 25, 2013

¿Qué título podríamos darle a nuestra vida?



Finalmente la historia cambió, poco tiempo después de habeme resignado a pensar que el amor era un mito que perseguía en vano, la vida me sorprendió al cruzar mi vida con una maravillosa mujer que hoy camina conmigo, esta es sólo una pequeña parte de como inició mi nueva historia, mi nueva vida con Ella, Nuestra historia, Ella logró enseñarme que pese a tantas decepciones no conocía aún el amor.

Así empezó todo, así conocí a Mi Esposa...

Bueno, aunque a pequeños trozos, pero ya sabes cómo era más o menos mi vida sin ti, mi vida sin el amor que me has brindado; no estaba mal, diría disimulando… pero la verdad es que no tenía sentido, no iba a ningún lado porque se podría resumir en un montón de momentos en búsqueda de emociones, de sentimientos y sin saberlo, en busca de ti.
Recuerdo bien que llegó un día en el que me cansé de tratar de enamorarme, me cansé de buscar en otras personas, tal vez buenas personas, eso que me faltaba para disfrutar de todo lo maravilloso que rodeaba mi vida; llegué a pensar que era una broma cruel en la que Dios me regalaba todo lo que podía necesitar y me escondía el amor de forma que teniéndolo todo aún no pudiera ser feliz.
Estaba decidido, una y otra vez me repetía que debía abandonar esa esperanza y continuar, vivir el momento a toda velocidad, casi literalmente, dejar de escoger y aceptar cada persona que llegara a mi vida como fuera sin esperar que se quede y cuando creí que lo estaba logrando, llegaste tú. Debimos encontrarnos un  3 de Marzo a las 3 de la tarde pero yo estaba muy ocupado ayudándole a mi hermano con su matrimonio que no me percaté que tú estabas llegando tarde, y bueno, no me refiero a la ceremonia a la que por cierto llegaste pasada la mitad, sino a mi vida… casi a punto de cerrar las puertas, casi cuando mi metamorfosis emocional se completaba apareciste con una sonrisa amable a las puerta de la iglesia. No me pude resistir, fingía tan bien como podía para no mostrar mi interés inmediato en ti, te hablé y al mismo tiempo me dirigí a tus familiares indicándoles el camino a seguir para la reunión a la que habían venido, al fin de cuentas esa era mi tarea. Me presenté buscando sonar amable y como siempre me pasa muy seguramente soné tímido e inseguro el problema es que ahora si me importaba la impresión que diera pues tú estabas mirando. Quedamos al frente del grupo, nos venían siguiendo y bastó con alargar levemente los pasos para tomar distancia y tener tu atención por completo, nos presentamos y no podría olvidar ese extraño no_se_qué que me envolvía, me sentía embriagado con tu aroma, tu mirada, tu cuello, tus delicadas piernas me enredaban y me costaba demasiado recordar que existía un mundo aparte de los dos, recuerdo tus pies asomados en las zapatillas mostrando coquetamente unas uñas pulcras y decoradas, ese pantalón blanco que resaltaba tu figura, la blusa café con diseños de flores que sé que nunca elegiría pero que en ti se veía perfecta, tu llamativo peinado que dejaba clara la rebeldía de tu cabello y si, fue algo muy tuyo, y me encantó desde ese día.
Llegamos al salón, tenía cosas pendientes y tú regresaste con tu familia, la conversación terminó. Te veía de reojo, una mirada rápida sólo para comprobar que seguías ahí, que existías que no eras una ilusión, pero nada más… tenía claro lo mucho que me interesabas y no pensaba cometer los errores infantiles de mi pasado. Dejé que me vieras, fui yo mismo sin dudas, sin inseguridades como si no me importara la opinión de nadie, ahora dices que de vez en cuando cruzábamos nuestra mirada esquiva pero traté de que no pasara; Palabras, Saludos, Brindis, Cena, todo lo de rigor, por supuesto el Ramo… Tan pronto supe que lo ganaste quise ganarme el Azahar, necesitaba que algo nos uniera nuevamente, necesitaba una excusa para posar a tu lado y guardarme el recuerdo de ese efímero encuentro, tiempo después vine a entender cuan profundo resultaría que yo también haya ganado el pequeño ramo del novio, pues desde ese día cuando repitieron un par de veces la rifa el destino dejaría claro su empeño en separarnos. La fiesta acabó, no hubo nada espectacular en general, los invitados lentamente fueron saliendo y no me di cuenta cuando ya no estabas en el salón, cerré la puerta y bajé sin esperar verte de nuevo…
Que agradable sorpresa, no sé por qué en realidad pero allí estabas, poca gente quedaba pero estabas tú, lista pasa subir al carro y marcharte pero por lo menos alcancé a verte una vez más… No había cupo suficiente, alguien debía regresar caminando al apartamento y me ofrecí a guiarlos, era cerca y de pronto me encontré con que tú irías conmigo, perfecto… ¿Qué más podría pedir? Fue un regalo inesperado estos minutos a tu lado y hubiese deseado que el camino fuera más largo pues me hicieron falta calles para conocerte, me faltó algo de frío para que necesitaras mi calor, para sentirte aún más cerca, más cerca de lo que nunca habría querido tener a nadie. Y es que no creas que en mi descripción olvidé tu chaqueta, esa que con su terca cremallera me permitió acercarme, ayudarte y sentir el roce de tu piel por primera vez justo un momento antes de despedirnos, cuando sin esperar otra respuesta te pedí que te quedaras sólo para escuchar de tus labios una excusa que sin duda sonó a “nunca más…”
Fueron dos besos en la mejilla, nada más, sólo con ellos y tu recuerdo me quedé durante días; intentaba saber más de ti pero no había nadie que me diera pistas para llegar a ti, no sé cuánto tiempo pasó pero recibí tu invitación a Facebook y esa primera foto de los dos en la que no pude evitar dejar un comentario sobre esos gratos recuerdos sin saber que sería el motivo para que nuevamente desaparezcas.
Pasó el tiempo y yo seguí con mi vida, tal como era antes de ti, soy bueno para eso debo admitirlo, cuando deseo recuperar mi vida y olvidar lo consigo; hasta que un día sin sospecharlo  recibí la solicitud de una pequeña que conocí el día de la fiesta, nunca le pregunté el nombre ni con quien venía aun cuando con su energía y alegría logró que bailara con ella y otros niños esa noche; pero eso no fue lo realmente emocionante sino que después de un Hola me dijera; “Soy Eliza” me explicaste que era tu hermana y esa era su cuenta y yo no podía creer mi suerte, pensé que se había acabado, cambié la página dejé todo atrás pensando que no volvería a saber de ti y ahí estabas, habías regresado a buscarme. Retomamos la confianza que nos tuvimos desde el primer día, esa extraña certeza de que éramos honestos con nuestras historias con nuestras vidas y que las máscaras se había caído justo a tiempo para conocernos en verdad, charlamos durante meses tal vez, entre bromas y juegos te pedí tu número, tu dirección, te prometí chocolates y me pediste que fuera a llevártelos y que no los enviara te dije que si sabiendo que era improbable pero con toda la intención de hacerlo realidad.